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Formación VS Desarrollo

Para nosotros que venimos del Coaching Ontológico y que creemos en el poder del lenguaje, solemos fijarnos en el significado propio de las palabras.

Para mí, la palabra “formación”, me hace pensar en el ejército, en “¡¡ A formar, Ar!!”, en algo ordenado, impuesto y pasivo. Donde una persona instruye y los demás cumplen, donde una persona enseña y las demás digieren. Algo ordenado, inerte, pasivo, recto y casi perfecto. Necesario, en parte, pero donde cada uno crece a una manera y ritmos, que no son suyos y donde no se permite, en demasía, aportar el talento y la experiencia. La vida es imprevisible y cambiante y lo que necesitamos son herramientas para adaptarnos a los cambios. Los contenidos cambian pero, por ejemplo, la competencia para entusiasmarse por aprender no, el arte de escuchar para comprender, tampoco, y así podría enumerar muchas más.

 

Sin embargo, “desarrollo”, me inspira evolución y mejora continua, es algo activo, que se mueve y donde la persona participa y quiere. Y, además, lo hace a su manera. Como mejor sabe hacerlo. Con mejora continua y superando sus propias adversidades. Donde cada muesca o giro, son aprendizaje y crecimiento.

La “formación estaría más encaminada a conocimientos técnicos y el “desarrollo” a habilidades y competencias.

Los conocimientos se pueden obtener de muchas formas: con clases presenciales, tutoriales, on-line, con lecturas, etc, sin embargo, el desarrollo personal tiene que tener un acompañante, un entrenador o un coach, que te rete, que te provoque, que te haga entrenar duro, que te haga de espejo y te muestre. Alguien que desde el, NO Juicio, te impulse, haga que te fijes más en tus fortalezas. Una mirada apreciativa y que celebre contigo los pequeños y grandes logros.

Nosotras, como no podía ser de otra forma, somos partidarias del desarrollo.

Y cada vez son más las empresas que están apostando por planes de desarrollo en habilidades y competencias. ¡¡Enhorabuena!!.

Y es que, no hay que subestimar a nadie, no hay que juzgar, hay que sobreentender un gran talento en las personas que, muchas veces, está por descubrir y desarrollar. Además, los adultos no aprendemos porque nos obliguen, aprendemos cuando vemos la necesidad, cuando vemos el beneficio y cuando tomamos conciencia de dónde estamos y dónde queremos estar.

Solo así, es cuando decidimos “querer ser” y, no tanto, “querer hacer”.